Crónica de un vendedor de sangre, de Yu Hua
Traducción de Anne-Hélène Suárez Girard
Seix Barral, Barcelona 2014
298 páginas
De nuevo con mi amigo Yu Hua y de nuevo con una novela dura, impactante y que no deja indiferente. Recién publicada por Seix Barral, y otra vez, como en ¡Vivir!, esta novela se desarrolla en una realidad social carcomida por la miseria social.
En una pequeña ciudad del centro de China, ni muy lejos ni muy cerca de Shanghái, vive Xu Sanguan, joven de origen campesino y trabajador en una fábrica de seda. Pronto descubre la costumbre de algunos campesinos de vender su propia sangre para obtener recursos económicos extra, equivalentes a seis meses de duro trabajo en el campo:
“la sangre del cuerpo es como el agua del pozo: no va a tener más agua porque tú no la uses. Y tendrá siempre la misma aunque tú no la uses”.
Extasiado por el descubrimiento de esta fuente de dinero fácil, decidirá recurrir a él mismo para costearse los grandes acontecimientos de su vida, como su boda con Xu Yulan, o el nacimiento de sus hijos. Pero esta venta de sangre, vista con buenos ojos por los campesinos (siempre que vaya seguida por un buen plato de hígado de cerdo salteado y un vaso de vino de arroz caliente), es mal vista por la gente de ciudad, para quien vender sangre es como vender la propia vida.
En esta realidad, Xu Sanguan descubrirá que su hijo primogénito es fruto de una fugaz relación entre Xu Yulan y su anterior pretendiente, He Xiaoyong. Entonces, Xu Sanguan deberá luchar en varios frentes: para mantener su honor y no morir de vergüenza (perder la cara) por ser un cornudo y haber criado el hijo de otro durante tantos años.
La relación de amor-odio con esta criatura (Primer Júbilo). Y la relación de amor-odio y la dificultad de conceder el perdón a su mujer. El perdón, en una sociedad como la china, no se entiende a la manera judeocristiana. No hay redención sino venganza; los errores de uno se pagan con creces. Y esto será una fuente de problemas e injusticias constantes.
Pero también es la historia de Xu Yulan, uno de los personajes más damnificados de la novela. Violada por su primer pretendiente, y señalada como culpable de adulterio por vecinos, marido y sus propios hijos. El papel de la mujer en la China del XX ha sido fluctuante, pero en ámbitos rurales o semirurales, como en este caso, todavía estaba totalmente subordinada al marido, sin poder de decidir sobre su propio destino y fuertemente enraizado en la tradición y la superstición. Precisamente, la tradición y la superstición serán un leitmotiv constante a lo largo de esta historia, que ni siquiera con la llegada del socialismo y el estallido de la Revolución Cultural podrán extirparse de la conciencia colectiva.
Respecto a los tres hijos de la pareja (Primer, Segundo y Tercer Júbilo, incomprensiblemente traducidos en lugar de, como en la edición inglesa, dejar los nombres chinos, Yile, Erle, Sanle), tendrán también sus propios campos de batalla. Sobretodo Primer Júbilo, descubriéndose a sí mismo como hijo bastardo, no reconocido por ninguno de los padres y repudiado también por la madre, deberá hacer frente a grandes miserias morales y sociales desde su penosa situación de constante desapego.
A todos estos problemas intrafamiliares debemos sumar la pobreza endémica, agravada por el Gran Salto Adelante impulsado por Mao (1958-1961), la hambruna que siguió a esta campaña, y la violencia estructural que se instauró durante la Revolución Cultural (1966-1976). Para sobrevivir, él y su familia, Xu Sanguan deberá vender su sangre tan pronto como las situaciones lo pidan. Y deberá hacerlo cada vez más a menudo, sin tener tiempo para recuperarse, y sin la ración de hígado de cerdo salteado ni el vaso de vino de arroz que le tocaba.
Como es habitual en las novelas de Yu Hua (1960), está construida con un lenguaje directo, sin florituras literarias, demostrando una gran crudeza, y alternando a la perfección la crueldad, el humor absurdo y escenas conmovedoras. Crónica de un vendedor de sangre, publicado originalmente en 1995, nos vuelve a mostrar un hombre cambiante, que debe reconfigurar su discurso moral, sus valores, y que debe sacrificarse enormemente para asegurar la supervivencia de su familia dentro de una sociedad que puede llegar a ser tan injusta y hostil como la china.
Xu Sanguan bascula del pasotismo, el individualismo y ciertos toques machistas, a estar dispuesto a darlo todo por su familia, por sus hijos. El amor a su mujer y el amor paterno filial le costará sudor, lágrimas y, sobretodo, sangre.