Los días 4 y 5 de septiembre de 2016 se llevó a cabo la reunión del G20, de lo cual emanó un comunicado en el que se establece el “Consenso de Hangzhou”. Aunque aún hay poco eco en los medios internacionales, algunos portales chinos de noticias y de análisis han estado subrayando la importancia de dicho consenso. No es para menos en razón de que, probablemente, atestiguar el consenso es observar el tránsito de China hacia el estatus de potencia mundial.
¿Qué establece el Consenso de Hangzhou?
Primero, establecer un nuevo marco de análisis y explicación de la cuestión del crecimiento económico. Desde las pasadas cumbres del G20, el paradigma de crecimiento tenía como base la fortaleza, la sostenibilidad y el equilibrio del mismo. En el Consenso de Hangzhou se añadió la “innovación” del crecimiento para poder superar la “trampa del crecimiento” que implica un círculo vicioso en el que se profundiza la desigualdad y los desequilibrios estructurales económicos.
Segundo, el Consenso de Hangzhou busca establecer un nuevo orden con base en la reformulación de las bases de la gobernanza [económica] mundial. Esto implica la inclusión de actores no estatales en la toma de decisiones globales en materia económica. Además, también implica la inclusión de las potencias emergentes en la arquitectura organizacional existente. Si bien el yuan chino ya ha sido incluido en la canasta de divisas del Fondo Monetario Internacional, la inclusión de otros Estados del G20 en las instituciones económicas y financieras internacionales es lenta.
Tercero, el Consenso de Hangzhou pugna por establecer nuevas acciones por medio de la “espada” de acciones conjuntas. En otras palabras, la economía mundial, aparte de requerir más visión global, requiere más 慧剑 (hui jian), lo que significa tener la voluntad y capacidad de convencimiento para hacer las cosas. Así, se requiere más voluntad política para la resolución de los problemas globales.
El Consenso de Hangzhou, en opinión de algunos analistas, retoma la experiencia de desarrollo de China para tratar de imprimirla en el desarrollo global. En este sentido, Beijing buscó promover nuevas directrices para la dinámica económica mundial.
Resta ver la evolución de lo decidido en la cumbre de Hangzhou, pero sí las directrices resultan ser correctas, y la economía mundial adquiere un nuevo dinamismo que atempere los vicios del sistema capitalista global, entonces los analistas podrán decir que el Consenso de Hangzhou es el sello de nacimiento de China como potencia mundial.