No podemos entender el triunfo de la revolución emprendida por Mao Zedong (毛泽东) y el Partido Comunista Chino sin analizar el turbulento siglo XIX en la China imperial.

A la cabeza del Estado se situaba el emperador, con un poderoso liderazgo autocrático, quien administraba su imperio por medio de una burocracia centralizada y especializada. La legitimidad de su gobierno radicaba en el hecho de hacerlo por mandato del cielo, siendo conocido como Hijo del Cielo (天子; Tiānzi), un mediador entre los planos celestial y terrenal. Este mandato le obligaba a seguir la doctrina confuciana, principal fuente de legitimidad del sistema.

Durante dos milenios se sucedieron las dinastías, pero aquel sistema imperial instaurado por Qin Shi Huang (秦始皇) se mantuvo estable en líneas generales hasta el siglo XIX, cuando las potencias coloniales desmontaron su concepción del mundo, destapando sus carencias y desligitimándolo.

No podemos olvidar que se autodenominaban Reino del Centro (中国; Zhōngguó) y el emperador se situaba como cabeza de la civilización, considerando bárbaros al resto de pueblos y estableciendo, por tanto, relaciones de vasallaje y nunca de igual a igual. Las potencias coloniales no aceptaron esta relación ni asumieron su cultura, sino que tomaron una posición de poder que dejó realmente debilitado el sistema imperial.

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Firma del tratado de Nankín en 1842 | Autor: John Platt | Fuente: Brown University

Fue en este siglo cuando se firmaron los llamados Acuerdos Desiguales, que comenzaron con la firma del tratado de Nanjing en 1842, que puso fin a la Primera Guerra del Opio entre Reino Unido y China. Este tratado supuso la entrada forzosa de las potencias coloniales (Reino Unido, Francia, Rusia, Portugal y Estados Unidos) en territorio chino, lo que se tradujo en la pérdida del aura de infalibilidad del emperador y su concepción en el imaginario colectivo como garante de la integridad y estabilidad chinas, provocando una serie de movimientos insurreccionales como la rebelión Taiping (太平天国起义; Tàipíng Tiānguó Yùndòng). Este seculus horribilis fue coronado con la invasión de territorio continental por parte de Japón en 1894, un antiguo vasallo del poder imperial. La dinastía Qing (清朝; Qīng Cháo) estaba sentenciada.

Contexto socioeconómico de la rebelión Taiping

Que el mayor éxito de la rebelión Taiping tuviera lugar en el sur, dando comienzo en la provincia de Guangxi, no fue fruto de la casualidad. El esplendor económico durante los reinados de los emperadores Kangxi (康熙), Yongzheng (雍正帝)y Qianlong (:乾隆),entre los siglos XVII-XVIII, en lo que fue un auténtico boom de la economía china, provocó un aumento demográfico de grandes dimensiones (cerca de 300 millones de habitantes más, aproximadamente 430 en total durante el siglo en el que gobernaron los tres emperadores anteriormente citados).

Este crecimiento no estuvo acompañado por un aumento de la superficie agrícola, ya que se redujo por diversos desastres naturales y además se concentró en las manos de los grandes propietarios, empeorando considerablemente el nivel de vida de los campesinos, con las consiguientes migraciones masivas. China, además, se encontraba inmersa en una crisis económica de grandes proporciones por causa, entre otros factores, de la escasez de plata, lo que redujo el poder adquisitivo de un campesinado víctima de la adicción al opio que transportaban los británicos desde la India y que comerciaban, como hemos visto anteriormente, después de imponer sus condiciones por la fuerza. El sur de China fue especialmente sensible a esta situación, incrementándose el bandidaje y la violencia, creando un caldo de cultivo para un levantamiento de grandes dimensiones.

A nivel político se produjo un distanciamiento entre los gobernantes locales y una progresiva pérdida de credibilidad a causa de la corrupción y la ineficacia en su gestión (compra-venta de cargos, uso de milicias locales para garantizar el cobro de impuestos, etc.).

La diversidad étnica en el territorio chino tuvo un efecto añadido a la conflictividad social en Guangxi, pues fueron habituales las disputas entre los punti (término cantonés que hace referencia a los pobladores originales de esta provincia) y los hakka (客家), originarios del norte del país y que al recibir tierras de peor calidad que los primeros crearon núcleos poblacionales cerrados sin ningún interés por integrarse culturalmente.

El último factor a tener en cuenta para comprender el polvorín en el que se había convertido Guangxi es el empobrecimiento producido por la apertura al mercado internacional de Shanghái tras la firma del Tratado de Nankín, reduciendo considerablemente el flujo comercial en Cantón, lo que se tradujo en un aumento del bandidaje y la piratería.

Hong Xiuquan, líder de la rebelión

El 1 de enero de 1814 nacía en la provincia de Cantón, en el pueblo de Fuyuanshui, Hong Xiuquan (洪秀全), hijo de una familia campesina de ascendencia hakka.

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Hong Xiuquan (洪秀全), líder Taiping.

En el punto anterior he omitido intencionalmente uno de los factores clave que desataron distintos conflictos sociales y que fue ciertamente fundamental para que Hong iniciara su proyecto revolucionario-mesiánico. En la China imperial el método más eficaz de promoción social para los estratos más humildes de la sociedad era opositar y aprobar los exámenes imperiales para acceder a los distintos cargos funcionariales de la administración. Pese a que las condiciones eran extremadamente duras, el tener opciones de garantizar un futuro estable por medio de una prueba que era, en esencia, meritocrática, suponía un aliciente que garantizaba la paz social. Durante el siglo XIX este sistema de oposiciones fue deteriorándose, en parte a consecuencia del aumento poblacional y la corrupción galopante del sistema, llegando a colapsar.

Entre los años 1828 y 1843 se presentó hasta cuatro veces a los exámenes imperiales, no superando la prueba en ninguna ocasión, lo que alimentó su resentimiento hacia la administración imperial. No podemos olvidar que estos exámenes eran la válvula de escape para muchos estudiantes que querían un futuro mejor que el de sus padres, una vía de ascenso social que podría suponer la diferencia entre el todo y la nada.

Durante este periodo tuvo una serie de contactos con el cristianismo, religión exógena a la que tuvo acceso por medio de misioneros protestantes. Estos le facilitaron una copia de “Buenas palabras para exhortar a esta era”, del misionero chino Liang Fa, obra que sirvió de principal base teológica de sus pensamientos. Tras fracasar en su tercer intentó cayó enfermo, y durante el estado febril tuvo una serie de visiones en las que Dios se le presentó como su verdadero padre, siendo Jesucristo su hermano mayor y quien le enseñó a aniquilar los demonios que asolaban la tierra (la religión tradicional, el budismo, las figuras religiosas dando lugar a una fuerte iconoclastia de influencia calvinista, el confucianismo, el sistema imperial que bebe de estas fuentes, etc.).

Tras no superar su cuarto intentó decidió dedicarse a su misión mesiánica, bautizando a dos personas que tendrían un gran protagonismo durante la rebelión Taiping: su primo Hong Rengan (洪仁玕) y Feng Yunshan (冯云山), otro estudiante víctima del sistema imperial. Tras esto, trasladaron su base de operaciones a Guangxi, en una zona donde la población mayoritaria era de etnia hakka, y consolidaron su movimiento religioso en torno a la Sociedad de los Adoradores de Dios, que fue expandiéndose mientras su fundador se instruía en la fe cristiana siguiendo los consejos durante unos meses del reverendo baptista Issachar J. Roberts.

Según se deterioraba la situación en Guangxi, con escaladas de violencia y hambrunas entre los años 1849 y 1850, el movimiento fue centralizándose y tomando en consideración la vía del enfrentamiento directo con las fuerzas imperiales. Se solicitó a los fieles que entregaran todas sus posesiones a un erario común que administraría la congregación, y se expandieron a otros grupos que se encontraban en dificultades (campesinos, mineros, carboneros, y miembros de otras sociedades secretas, entre otros).

Los primeros enfrentamientos se saldaron con un resultado positivo para los Adoradores, que por entonces contaban con alrededor de 20.000 hombres, por lo que el 11 de enero de 1851 proclamarían el Reino Celestial de la Gran Paz (太平天囯, Tàipíng Tiānguó), siendo Hong nombrado Rey Celestial (además, los principales lugartenientes obtuvieron títulos como Rey del Este, Oeste, Norte o Rey Protector). Tras fracasar en la toma de ciudades decidieron seguir una estrategia que facilitaría su expansión: tomarían asentamientos de menor tamaño y más castigados socio-económicamente, facilitando el proselitismo. La rebelión Taiping había comenzado.

Bibliografía:

CANTÓN ÁLVAREZ, J. A. (2014): La Rebelión Taiping. Granada: Editorial Comares.

SPENCE, J. (1996): God’s Chinese Son. New York: W. Norton & Company Inc.