El 12 de julio de 2017 China envió tropas para ocupar su primera base militar fuera de sus fronteras. Algunos son de la opinión de que la instalación de dicha base representa una amenaza para la estabilidad global, y para algunos otros es la adquisición del estatus de hegemonía por parte de China. La realidad es que China avanza, con pasos seguros, a la consolidación de su estatus como potencia mundial no hegemónica y de largo plazo.

La diferencia de ser un país promedio en el mundo, a ser una potencia mundial, es la gestión de la geopolítica. Dependiendo del tiempo y la geografía, la geopolítica de un punto estratégico varía en importancia. Djibouti parece estar destinado a ser uno de los nodos geopolíticos más importantes del siglo XXI. Su posición geoestratégica ha hecho a este pequeño país –poco más de 800 mil habitantes– destino de cuantiosas inversiones en infraestructura, sede de varias bases militares, y hogar de numerosas tropas extranjeras.

En julio de 2017 China hizo completamente operativa su primera base militar fuera de sus fronteras. Dicha base contará con diez mil efectivos militares y podrá participar en operaciones tácticas hasta 2026. La instalación militar se suma a las bases de Estados Unidos –la más grande  del país americano en África–, de Japón –la primera base nipona fuera de las fronteras del archipiélago–, y de varios países europeos.

¿Cuáles son las implicaciones de la presencia china en Djibouti? Más allá de los intereses geopolíticos, la presencia militar china en el pequeño país africano tiene dos importantes alcances. El primero, de acuerdo con Dubé, es el giro en el pensamiento de política exterior de Beijing, de considerar África como proveedor de recursos a considerarla como un socio estratégico a largo plazo. Esta aseveración se sustenta en el hecho de la diversificación de la actividad económica de china en el continente, aunado a una tenue modificación en la política de no intervención de Beijing, visto en la presencia de tropas chinas en misiones de paz en África.

El segundo alcance se relaciona con la construcción de la imagen internacional china. De acuerdo con al Afrobarómetro, China representa el segundo mejor modelo de desarrollo después de Estados Unidos, la influencia externa no colonial más grande en el continente, y una influencia “algo” o “muy” positiva para países africanos. Esto se suma al hecho de que el país asiático ya es el primer socio comercial de África, y uno de los principales donadores de asistencia para el desarrollo. En esta línea cabe destacar la tenaz diplomacia económica que ha fomentado cambios en la política exterior de algunos Estados africanos –como Gambia y Santo Tomé y Príncipe en relación al reconocimiento diplomático hacia Taiwán.

En conjunto, la base militar de China en Djibouti es reflejo de que Beijing impulsa al país asiático a consolidar un estatus de potencia mundial. Aunado a los beneficios de dicho estatus, parece ser que China, poco a poco, acepta las responsabilidades que implica ser potencia. Pero ¿por qué no sería una potencia hegemónica? Mi hipótesis es que Zhongnanhai apunta a establecer un nuevo estilo de potencia, la “potencia núcleo”. El trabajo teórico alrededor de este concepto aún está en construcción. Pero, esta y otras acciones de China, producirán nuevas dinámicas en las relaciones internacionales a las que hay que estar atentos.

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Mi nombre es Eduardo, mexicano de corazón y estudioso de China de profesión. Estudié Relaciones Internacionales en la universidad y tengo un posgrado en Estudios sobre China. Mi interés por China surgió al momento de ver la clásica película “El Último Emperador”, en mi adolescencia. A partir de entonces mi curiosidad por esta interesante cultura creció, así como la dedicación de mi tiempo para su estudio. Esto me ha llevado a participar en publicaciones, reseñas y ponencias sobre las relaciones internacionales de China, de manera profesional. Espero poder algún día comprender, de manera más cabal, el andar global de este país.