El pasado 13 de junio el gobierno panameño anunció el fin de las relaciones diplomáticas con Taipéi, y el establecimiento de relaciones con Beijing. Esto ha reducido a 20 países que aún mantienen vínculos diplomáticos con Taiwán, y se inserta en el marco de una contraofensiva diplomática global por parte de China continental. ¿Cuáles son las implicaciones de estos acontecimientos?
Con el reconocimiento diplomático de Panamá a China cabe preguntarse ¿cuáles han sido las razones que han impulsado una contraofensiva diplomática por parte de Beijing para restar la influencia internacional de Taiwán? Cabe recordar que ante la entonces probable victoria electoral de Tsai-Ing Wen –actual presidenta de Taiwán–, Gambia reconoció diplomáticamente a China. Esto lo interpreté como un mensaje de alerta a las autoridades de Taipéi, en tanto la presidenta pertenece al pro-independentista Partido Progresivo Democrático (DPP por sus siglas en inglés).
Después, y a respuesta de los comentarios del presidente estadunidense Donald Trump sobre la “política de una sola China”, Santo Tomé y Príncipe hizo lo propio y, también, cambió el reconocimiento diplomático de Taipéi a Beijing. En ambos casos se observa el peso de una fuerte diplomacia económica, aunque el asunto del reconocimiento sea fundamentalmente político, ya que Taiwán mantiene fuertes vínculos comerciales con China continental.
Soberanía fragmentada
El asunto de Taiwán es importante para China porque reproduce una condición de soberanía fragmentada. Por ello, pese a ser el principal socio comercial de la isla –y Hong Kong el segundo socio–, y aunado a la contraofensiva diplomática mencionada, China ha sido eficaz en bloquear la participación de Taiwán en la asamblea anual de la Organización Mundial de la Salud –del cual la isla es miembro desde 2009, en el contexto de la “tregua diplomática” –, de la Organización Internacional del Trabajo, en la asamblea de la Organización Internacional de la Aviación Civil y la asamblea general de la Interpol. Todo esto en el transcurso del último año y en razón de las intenciones en política exterior de la administración de Tsai.
Parece ser que la acción panameña responde a la presión diplomático-económica de China, sobre todo en respuesta a la influencia que la isla podría ejercer sobre Hong Kong –cara al XX aniversario del retorno al control político de Beijing–, y a la legalización del matrimonio homosexual, lo cual incidió en la opinión pública de China continental por ser un tema polémico y sensible.
De acuerdo con el ex embajador mexicano en China, Jorge Guajardo, existe la probabilidad de un “efecto dominó” en la región. El candidato más idóneo para seguir los pasos de Panamá es Nicaragua, país que ya ha solicitado a Beijing el reconocimiento diplomático, pero ante lo cual ésta se ha negado. Incluso, no es descabellado pensar que los 20 países que aún reconocen a Taiwán ya hayan planteado el reconocimiento diplomático a China, pero, también, es probable que este país asiático se haya rehusado amén de utilizar esta particular situación como herramienta de presión política, no solo contra Taipéi sino contra Washington.
El asunto es que la identidad taiwanesa se aleja, cada vez más, de la china. Este tipo de acciones diplomáticas, según algunos analistas, aíslan cada vez más a Taiwán del mundo, pero, del mismo modo, a China de Taiwán. ¿Podrá haber una reunificación sin problemas? Debatible. Resta seguir atentos a la evolución de las cosas en el Estrecho de Taiwán.