La reciente decisión del gobierno de la República Democrática de Santo Tomé y Príncipe, para establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China, es muestra indiscutible de una fuerte diplomacia económica impulsada desde Beijing. Esto, no obstante, no es tanto un mensaje para los Estados Unidos de Trump, sino para las autoridades en Taipéi.
Al igual que el reciente caso de Gambia, el poder suave de China terminó por reconfigurar políticas exteriores de otros países. El poder suave chino –un poder eminentemente económico– muestra, así, un alcance interesante que permite observar una gran capacidad de influir en otros actores internacionales. Este es el caso del reciente viraje diplomático del país africano de Santo Tomé y Príncipe hacia Beijing, los cuales no tenían relaciones diplomáticas desde 1997.
La diplomacia económica de Beijing: Softpower
Esta situación resulta ser una reacción ante los comentarios del presidente electo estadounidense, Donald Trump, en relación a Taiwán y a la política de “una sola China”. Sin embargo, las acciones efectuadas por China no afectan tanto a Washington como a Taipéi.
Con este evento es posible aseverar que ha sido el gobierno chino quien ha pausado las intenciones de reconocimiento diplomático por parte de los países que tienen vínculos con Taiwán, esto para mantener el statu quo regional y ejercer presión diplomática cuando desee.
Otro indicio que apoya este argumento es que Santo Tomé y Príncipe es un país que depende, principalmente, de la ayuda exterior para su desarrollo; China y Taiwán han sido grandes donadores de asistencia para el desarrollo del país africano, y Taipéi ha acusado a Beijing de aprovechar el “hoyo negro” financiero de Santo Tomé para fines diplomáticos.
En realidad, el asunto China-Taiwán ha adquirido una naturaleza eminentemente política, ya que el comercio sino-taiwanés se ha incrementado en los últimos años –al grado de que Taiwán ostenta una dependencia hacia el mercado chino. Empero, para este asunto político el peso del poder económico resulta fundamental.
Es muy probable que, dependiendo de las acciones del gobierno taiwanés, se observe que cada vez más países viren el reconocimiento diplomático de Taipéi hacia Beijing. Hasta ahora, ya solo 21 países reconocen a Taiwán, la mayoría en América Latina y países de las islas del Pacífico, y solo dos africanos.