Según el informe Alerta 2015, la provincia china de Xinjiang representa uno de los escenarios de conflicto más alarmantes para los próximos años.
Tres son los factores que el citado informe menciona como posibles generadores de más violencia en la zona: la intención de Pekín de intensificar su lucha contra la insurgencia uirgur, la situación geoestratégica de Xinjiang y la inestabilidad geopolítica transnacional.
Represión en Xinjiang
La intención declarada de Pekín de intensificar su lucha contra la insurgencia uigur puede agravar la situación de los derechos humanos en la zona y, como consecuencia, puede incrementarse la legitimidad y beneplácito social a las organizaciones armadas.
Todo parece apuntar a que Pekín continuará intensificando su política de represión y militarización en la zona dado el relativo éxito alcanzado en casos como el de Tíbet, Mongolia Interior y Xinjiang durante las últimas dos décadas. En este sentido, la comunidad internacional no ha ejercido una excesiva crítica a las numerosas violaciones masivas de derechos humanos denunciados por organizaciones o grupos uigures en el exilio, existiendo, además, el beneplácito de los países fronterizos a la zona de Xinjiang.
La provincia de Xinjiang es para China una zona de vital importante estratégica tanto a nivel económico como de seguridad nacional. Actualmente, Xinjiang es una de las provincias más importantes en cuanto a su producción petrolífera, gasística y eólica, además de ser una de las principales fuentes de carbón.
Xinjiang zona geoestratégica
La localización geográfica de Xinjiang establece la posibilidad de que los grupos armados entren en contacto con organizaciones trasnacionales que aporten ayuda económica, militar y logística, permitiendo actuar a mayor escala.
El tema de la seguridad nacional ha sido una de las grandes líneas rojas de China. La situación geoestratégica de Xinjiang como puente de influencia entre China y Asia Central, ha supuesto un incremento continuado de la presencia militar en la zona. Xinjiang es considerada por el Gobierno chino como una gran barrera defensiva que sirve como escudo para evitar la incursión de organizaciones o ideologías desestabilizadoras.
A pesar de que han existido recientes casos que alertan de una presencia mayor de reivindicaciones violentas uigures, como el acaecido en la Plaza de Tiananmen en el año 2013 o el atentado de Kunming en el año 2014, parece constatarse que son casos aislados donde los materiales empleados o las formas de actuación muestran cierta precarización o improvisación. Con todo, el Gobierno chino suele servirse de estos casos para relacionar las posturas políticas secesionistas uigures con el extremismo islámico transnacional. De este modo, la inclusión de terminologías y relaciones con el extremismo islámico han posibilitado cierto apoyo internacional pero, sobre todo, un silencio preocupante acerca de las políticas ejercidas en Xinjiang a la comunidad uigur por parte del Gobierno chino.
Inestabilidad geopolítica
La progresiva retirada de tropas de EE UU y la OTAN en Afganistán está ocasionando una mayor presión por parte de China para que países vecinos, como el propio Afganistán y Pakistán, combatan y expulsen de sus territorios a organizaciones armadas uigures.
En este escenario de incertidumbre China ha sabido extender su política de acuerdos bilaterales que tan buenos resultados le han venido dando, siendo la ayuda económica la estrategia más extendida, aunque cada vez más se está extendiendo la contraprestación para que un determinado país tenga un mayor peso político mediante su admisión en organismos, como por ejemplo, la Organización de Cooperación de Shanghái.
No menos importante, y a pesar de que la lucha contra el “terrorismo” uigur es una de las grandes preocupaciones de China en materia de defensa, son los acuerdos bilaterales para seguir potenciando otro de los grandes ejes de su política internacional, la adquisición de concesiones sobre yacimientos de recursos naturales. Los acuerdos alcanzados con Afganistán han proporcionado a China la participación en la explotación de yacimientos gasísticos y petroleros de la región, así como un acuerdo para la importación de recursos naturales del mercado afgano.